El barrio
de El Palo, donde está ubicado nuestro Instituto y donde vivimos la mayoría de
alumnos y profesores, está siendo objeto de polémica en la ciudad de Málaga.
El
detonante ha sido un lamentable hecho violento sucedido en el campo de fútbol
San Ignacio, donde tiene su sede el Club Deportivo El Palo que juega en tercera
división y donde entrenan muchos alumnos del Instituto, principalmente en la
categoría Infantil.
El
escritor Pablo Aranda, nacido y criado en El Palo, escribió el pasado 25 de
marzo un artículo titulado "Pobre El Palo" en el que reflejaba su parecer sobre la situación actual que
se vive en el barrio. A raíz de su columna, recibió numerosas críticas por las
redes sociales y otros medios, lo que le llevó a realizar una aclaración en el
grupo de Facebook Zoyderpalo (que también cuenta con la web
www.zoyderpalo.com).
A
continuación se exponen el artículo íntegro de Pablo Aranda y su nota
aclaratoria posterior, así como otro artículo de Pablo Bujalance y Victoria R.
Bayona publicado el 27.03.2016 en el Diario Málaga Hoy, donde con el título "Territorio El Palo" analizan
el barrio desde su perspectiva periodística.
TRABAJO A REALIZAR: Tras una lectura pormenorizada de
ambos artículos, redactar un análisis crítico de los mismos, bien compartiendo
los puntos de vista de los periodistas y por qué, o en su caso rebatiendo con
argumentos lo que consideréis son afirmaciones inexactas o que no se ajustan a
la realidad del barrio. Indicar
las frases más significativas, problemáticas o que te hayan llamado la atención
de entre las que aparecen en el artículo (Límite: 3 de mayo de 2016 a las 00.00
horas).
CITA EN EL SUR
POBRE EL
PALO
PABLO ARANDA
25 marzo 2016 22:30
http://www.diariosur.es/opinion/201603/23/pobre-palo-20160323003645-v.html
Pobre El
Palo. Con sus playas, sus espetos, su sabor a pueblo porque es como un pueblo y
tú no eres de ese pueblo aunque vivas allí si no te anteceden cuatro
generaciones, con mi adolescencia y mi juventud y mi familia y mis amigos y sus
asociaciones y su gente y la fuerza de su muchachada con ropa ajustada de
anchos bolsillos para que quepan navajas de hoja plateada como las sardinas que
se malvenden espetadas a dos euros. En El Palo hay mucha buena gente y también
hay un campo de fútbol que da miedo. Hay buena gente en el club de fútbol pero
cuando otro equipo ha de jugar allí dicen uf, El Palo, porque hay de todo pero
son frecuentes las amenazas y las peleas, que son frecuentes en el fútbol en
general, catalizador de tanto papá y mamá frustrados y con un niño que es Messi
y un árbitro adolescente que es un hijo de la grandísima puta y perdonen la
palabrería pero la digo y así se ahorran comprobarlo en el campo de fútbol (no
sólo en el de El Palo, por supuesto, aunque pregunten por ahí y comprueben la
triste fama: pobre El Palo). El domingo ganaron un partido crucial, un partido
del siglo (de esos que hay unos cuantos cada mes), y al terminar el partido los
campeones gritaban en corro campeones campeones y saltaron espectadores a la
arena de césped artificial y, mientras un valiente jugador de El Palo agarraba
a un delantero del Alhaurín, un grupo de espectadores le daba puñetazos,
cadenazos y dos puñaladas que iban a matar. Al segundo entrenador de El Palo,
intentar proteger al jugador del Alhaurín le costó nueve puntos de sutura de
una cuchillada en la pierna. Este heroico segundo entrenador es policía
nacional, como policía nacional -no tan heroico- era el jugador del Mislata que
golpeó en Valencia a un árbitro de diecisiete y le reventó el bazo.
Hoy se reúne el Comité de Competición y se espera que se cierre el
campo de El Palo para los partidos de ese equipo. El presidente del Alhaurín ha
exculpado a la afición de El Palo, y el presidente de este club confiesa
sentirse incapaz de controlar a los radicales de las gradas. "He echado a
mucha gente, pero siguen saliendo, siguen saliendo y siguen saliendo", afirma:
no es solo cosa de un loco. Se da la circunstancia de que los dos sospechosos
de la agresión son jugadores. No sé si hay solución. Algunos piden que los
partidos se jueguen sin padres, pero qué culpa tienen los padres civilizados.
No sé por qué tantos clubes protegen a sus aficionados y jugadores violentos,
por qué no les impiden la entrada y, si no lo consiguen, impiden que sus hijos
jueguen y tal vez entiendan el daño que producen, como lo entenderán si son los
causantes de que su equipo pierda o quede descalificado. Nuestro carácter
civilizado está cogido con pinzas. El viento del fútbol hace volar las pinzas.
Si no puede impedirse, habrá que cerrar el fútbol. Que ganen los violentos. No
son pocos. Pobre fútbol.
Aclaración realizada por Pablo Aranda
al grupo de Facebook Zoyderpalo el día 28 de marzo de 2016
Pablo
Aranda, escritor en Diario SUR, desea compartir con nuestra comunidad de
lectores la siguiente nota aclaratoria sobre el contexto de su publicación
-llevada a cabo días atrás- relativa al barrio de El Palo, y que tanta polémica
ha generado en el seno de su vecindario:
- “Buenas
tardes, os escribo porque por vuestra reacción está claro que no he sabido
expresar lo que deseaba. Algunos decís que en El Palo hay gente normal,
estupenda, que es un barrio maravilloso. Todo eso
lo sé. Cuando hablo de violencia en El Palo me refiero exclusivamente a la
gente violenta, no a toda. Habéis sentido que he generalizado, pero aunque
pueda entenderse así no lo he hecho. Cuando hablo de “muchachada con navajas”
quería referirme exclusivamente a la muchachada con navaja, NO a todos los
muchachos y muchachas de El Palo, que son mayoría. Cuando hablo de malvender
sardinas, trataba de hablar bien de los espetos. Malvender no es vender mal, es
no vender por su precio, que es altísimo por ser un manjar fresco y pescado ahí
mismo, no es en absoluto un insulto ni un intento de que suban de precio.
Tomarse un caldito de pintarroja a dos euros es regalado, y si digo esto no
pretendo que suban el precio ni estoy insultando a quien lo vende así.
- El artículo lo escribí porque el tema me duele,
porque realmente es un problema, porque han sido detenidas dos personas pero en
la trifulca participaron más, porque no es la primera vez que interviene la
policía en el San Ignacio, porque el presidente se mostró impotente con el
problema y habló de que limpiaba las gradas de radicales “y siguen saliendo,
siguen saliendo y siguen saliendo”, dijo. Y creo que hay que amar al barrio de
uno al completo, la parte buena –que en el caso de El Palo es la mayor- y también
combatir la parte mala. ¿Que en otros barrios también hay violencia? Por
supuesto. Y si alguien me sigue en el periódico sabe que me he ocupado de la
violencia en otros lugares, pero creo que toca hablar de El Palo (hablar sobre
esto en concreto, sobre las maravillas de El Palo también hablé nada menos que
ocupando una doble página de Diario Sur hace justo dos años), reflexionar sobre
esto, plantearse si todo es perfecto o qué aspectos se podrían mejorar, y si
cada uno, cada una, puede hacer algo o no. Yo creo que sí.
- De verdad que siento mucho no haber conseguido
transmitir esta idea.
- Muchísimas gracias por permitirme publicar esta
explicación.”
Desde
estas líneas agradecemos y valoramos sobremanera este gesto que le honra y, en
nombre de terceras personas, le pedimos disculpas por los comentarios fuera de
contexto que hayan podido resultar de caracter ofensivo.
PULSO A UN BARRIO
Territorio
El Palo
Condicionado por su naturaleza periférica y su propia ‘leyenda negra’,
lucha por reafirmarse como enclave obrero y multicultural.
P. BUJALANCE · V. R. BAYONA MÁLAGA |
27.03.2016
- 08:55
http://www.malagahoy.es/article/malaga/2249575/territorio/palo.html
En unas jardineras que salen al paso junto
al mercado dos hombres mantienen instalado un mercadillo con libros de segunda
mano, en el que también puede encontrarse una jaula y diversos útiles
domésticos. Una mujer detiene su carrito de la compra y se pone a hojear unas
novelas infantiles mientras, casi a su espalda, un joven subsahariano mantiene
una larga conversación con el móvil apoyado a la entrada de una farmacia. Este
Sábado Santo ha traído consigo un veranillo adelantado y en el
trasiego abundan las prendas ligeras y las mangas cortas: aquí, en esta promesa
del estío, El Palo se reconoce a sí mismo. Es mediodía y en los puestos del
mercado todavía se cantan las excelencias de los productos, aunque el barrio parece
más barrio a su espalda, en la calle Miguel Moya, el surco peatonal en el que
una peluquería atestada anuncia tintes a 5 euros. La actividad comercial se
traslada al aire libre: una gitana vende espárragos bien suculentos, como para
abastecer de tortillas a toda la Costa del Sol, y el bien conocido puesto de
golosinas y caramelos recibe a su acostumbrada clientela. Las fruterías que se
han multiplicado en los últimos años hacen también de la jornada, anclada sin
misericordia entre dos festivos, su particular agosto. Y entre quienes buscan
plátanos, ciruelas y verduras se mezclan gentes de todos los orígenes: mujeres
con hiyab, parejas que discuten con sonoro acento centroamericano,
africanos altos y sonrientes y hasta algún turista japonés que ha llegado hasta
aquí haciendo fotos. Pasadas las Cuatro Esquinas, junto a la calle Real, una
pintada sobre un muro encalado que reza El Palo con Limasa recuerda
la índole reivindicativa y socialmente activa vinculada tradicionalmente al
barrio, poderoso caldo de cultivo para los votos de IU en la capital. Y un
tanto más allá, conforme se avanza por la Carretera de Almería en dirección
Este, los abuelos se reúnen a discutir de política, de cocina y de lo que haga
falta sentados en los bancos cercanos al campo Nuevo San Ignacio, donde el
recientemente apuñalamiento de Samuel Galán, jugador del filial del Alhaurín de
la Torre, ha vuelto a llevar al enclave a una posición incómoda. Pero esta no
es la primera vez que El Palo lucha por sobreponerse a su propia leyenda
negra, tal y como dejaron bien claro los vecinos que tras el suceso salieron a
manifestarse para reclamar más deporte y menos violencia. Atravesada la Avenida
Salvador Allende acontece el mar al fin, pleno y radiante, como exento de tales
negruras. Pero aunque la temperatura acompaña, el viento desluce el solaz de
los potenciales bañistas.
El Palo debe su nombre al término latino palus, que podemos traducir como marisma.
De hecho, tal y como apunta un informe
del Ministerio de Fomento de 2001, la morfología de las diversas fincas
existentes antes de la Reconquista de 1487, dispersas en torno a numerosas
lagunas, marcó a fuego el destino de la zona desde sus orígenes. Asentamiento
fenicio primero y romano después antes de la dominación árabe, la extensión fue
sufriendo una paulatina pero continua despoblación a lo largo de los siglos,
hasta que en el XIX se instalaron aquí diversas familias procedentes de otras
poblaciones afectadas por la sequía. La pesca y la agricultura se convirtieron
en las principales actividades económicas, aunque la desconexión con el resto
de la ciudad dificultó enormemente el desarrollo del área, un problema que el
tranvía vino a solucionar en el siglo XX sólo de manera muy parcial.
Posteriormente se pusieron en marcha otras iniciativas para reducir el
aislamiento de El Palo, nunca con demasiada fortuna: ya en 1940 Franco quiso
resarcir un tanto el entorno de la Carretera de Almería del brutal castigo
infligido en la Guerra Civil con la construcción de las llamadas casas
ultrabaratas, medida calcada de las casas baratas que Alfonso XIII
mandó levantar en Ciudad Jardín durante los años 20 y dirigida a la población
en mayor riesgo de exclusión que entonces se agrupaba en chabolas aunque con
bastante menos éxito (al contrario de las de Ciudad Jardín, fueron derruidas).
La forja humilde se mantuvo así en el barrio, no sin trances conflictivos. En
las últimos décadas El Palo se ha convertido además en un nudo de amplia
naturaleza multicultural y un ejemplo notable de integración, con numerosas organizaciones
sociales y vecinales implicadas en la convivencia; la naturaleza periférica de
la zona, sin embargo, obliga a hacer esfuerzos extra.
La acepción humilde y el aislamiento terminaron forjando, de manera un tanto
inevitable, unaleyenda negra respecto a El Palo contra la que los vecinos
trabajan para ofrecer una imagen muy distinta, si bien es en este siglo cuando
el lado más oscuro de la historia ha incorporado a sus agentes más sonoros. Fue
en 2000 cuando Rafael Fernández Reyes, más conocido como El Cachulo, mató
cuando aún era menor de edad a un hombre de 33 años con ocho cuchilladas. En
2009, después de una condena a ocho años en un centro para menores que no llegó
a cumplir en su totalidad, el mismo Cachulo recibió un disparo de escopeta en el
área paleña conocida como Las Cuevas, una de las más peligrosas del barrio, que
a punto estuvo de acabar con su vida. Dos hermanos de Fernández Reyes fueron
condenados además a 121 años de cárcel por un doble crimen cometido en
Pedregalejo en 1999 a cuenta del control de determinados bares de copas de
Málaga. También ha dado no pocos titulares el llamado clan de los Aranda,
implicado en el narcotráfico y el blanqueo de dinero, cuyos cabecillas fueron
detenidos en 2007, en una operación en la que también terminaron bajo arresto
un director de banco y varios empresarios farmacéuticos. Para el anecdotario
queda en este repaso la figura de Erik El Belga, uno de los mayores
ladrones de arte del último siglo en todo el mundo y vecino muy popular en El
Palo. Ahora, el apuñalamiento de Samuel Galán se incorpora al capítulo menos
deseable de la historia de El Palo, una desgracia mayor por cuanto afecta a uno
de los ejes de la identidad del barrio: el fútbol.
Además de los hitos que ha podido contar en los últimos años el CD El Palo, que
ha militado dos temporadas en Segunda B, el antiguo San Ignacio es celebrado
aún como fábrica incombustible de talentos del calibre de Basti, Portillo y
Carlos Aranda, que jugó en el Real Madrid, el Sevilla, el Zaragoza y el Granada
(y quien, sin embargo, como para añadir más leña al fuego, fue detenido el año
pasado en Málaga tras una reyerta a las puertas de una discoteca en la Plaza de
Uncibay). Preguntado al respecto, otro futbolista criado aquí, Raúl Gaitán,
lamenta el último suceso que ha terminado con dos jugadores del filial de El
Palo en prisión por un presunto delito de asesinato en grado de tentativa:
"Nunca ha pasado nada tan grave como esto, pero espero que no manche la
cantera de futbolistas ni a la buena gente de la barriada. El Palo ha cambiado
mucho desde mi infancia: antes sólo pensabámos en estar en la calle con un
balón y cuatro piedras para hacer las porterías y era todo jugar, jugar y
jugar. Eso, hoy por hoy, no se hace, ni en El Palo ni en ningún otro lado. Yo estoy
encantado de haberme criado aquí, de haber jugado en El Palo y de ser
paleño". Apunta Gaitán un matiz interesante: "La gente de El Palo
tiene su cosilla diferente, su guasa, como yo digo. Debe ser por el
carácter, que es algo que se percibe en el fútbol. El futbolista paleño se
caracteriza por el ímpetu, pero es que la barriada lo da". Y añade:
"El Palo siempre ha sido como un pueblo. Antes tu puerta estaba abierta,
entraba el vecino a coger una herramienta, un tornillo, sal, lo que fuera. En
pocos sitios se podía se podía vivir con esa tranquilidad con la que vivíamos
allí. Pero lo bonito y lo bueno se nos va, se pierden esas costumbres".
Esta noción independiente, como de municipio aparte, unida a esa posible
fortaleza del carácter, todavía es abundante entre los vecinos. Como recuerda
el profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de
Málaga Francisco Paniagua, nacido en los antiguos corralones del barrio, "todavía
seguimos diciendo 'vamos a Málaga' cuando vamos al centro". Y es que El
Palo es "un barrio con su filosofía propia; el carácter de la gente es
casi como el de un pueblo que en muchas cosas se ha ido modernizando pero en
otras cosas sigue siendo igual". Esta impresión obedece a un aislamiento
urbanístico esencial para el que los diferentes PGOU no han sabido encontrar
remedio, pero, más allá de las dificultades geográficas, habría que preguntarse
si esta (a menudo) escasa identificación con Málaga responde a un desapego por
parte de El Palo hacia el resto de la ciudad (como por lo general se sostiene)
o ha sido Málaga la que quizá no ha sabido (o no ha querido) hacer de El Palo
una cuestión propia, dejados a un lado los populares restaurantes y marisquerías
a las que acuden malagueños y turistas de todas las latitudes. Algunos
elementos y equipamientos esenciales tuvieron su última implantación malagueña
en El Palo: Paniagua señala que el barrio no se asfaltó hasta mediados de los
80, y que "hasta que no embovedaron el arroyo, no podíamos ir al colegio
cuando llovía. Incluso una vez recuerdo cómo entraban las olas al
colegio". Pero las carencias en cuanto a servicios municipales son todavía
notables. El mismo Paniagua echa en falta más zonas verdes, una verdadera
asignatura pendiente en una extensión de tan alta densidad de población; y lo
mismo podríamos decir de áreas de juegos infantiles, claramente insuficientes,
así como de equipamientos sanitarios: la reivindicación de la Asociación de
Vecinos para la construcción de un centro hospitalario es ya histórica.
En el listado de cuentas pendientes, el asunto cultural es especialmente
doloroso. El presidente del Ateneo de Málaga, Diego Rodríguez, que también es
vecino del barrio, afirma que El Palo "está necesitado urgentemente de
espacios culturales que puedan ofrecer a los ciudadanos una programación digna
en cuanto a música y teatro, por ejemplo. Los espacios culturales son
prácticamente inexistentes y no ocurre lo mismo en otros distritos. Ojalá que
el antiguo cine Lope de Vega se convirtiese en un espacio cultural importante.
En el Palo haría falta una especie de Ateneo de El Palo, una extensión del
Ateneo. Con todo lo que significa esa palabra: una oferta diversificada de la
cultura". Rodríguez subraya igualmente que a este lado de la ciudad
"hay un potencial cultural muy importante y hay grupos con inquietudes a
los que les falta espacios donde desarrollar sus iniciativas", lo que
vendría a justificar más equipamientos en este sentido. De ello da cuenta el
director teatral José Antonio Triguero, que fundó a mediados de los 80 la
Asociación Juvenl Mirapalo y la compañía del mismo nombre: "Siempre que
hemos hecho algo en El Palo, la respuesta ha sido brutal. Cualquier cosa a
nivel cultural que realices tiene una respuesta inmediata". Si en sus
inicios Mirapalo trabajó el estímulo de actividades artísticas, su vocación es
actualmente más vecinal, "orientada al encuentro con la gente, porque poco
a poco esto se va perdiendo". La vida aquí, dicen los paleños, es amable.
El resto es cuestión de futuro.